
Cuando inicias un negocio, por lo general, tú mismo te encargas de la venta de tus productos.
Sin embargo, llega un momento en que tu producción se incrementa y debes colocarla en nuevos mercados. Para ello, la mejor opción es recurrir a un intermediario, una persona o empresa que sirva de eslabón entre tú y los potenciales clientes.
Para el tema de ventas, el intermediario por excelencia es el distribuidor: el encargado de que tu mercadería se encuentre en el lugar adecuado, en el momento oportuno y en la cantidad apropiada para ser consumida o comprada, por lo cual recibirá a cambio una comisión de las ventas.
En un primer momento, muchos ven con recelo la idea de que alguien ajeno a la compañía venda tu producto y gane dinero con ello. Sin embargo, debes entender que a la larga te saldrá más barato distribuir mediante un intermediario, ya que además de abrirte a nuevos mercados, te permitirá concentrarte en otros aspectos del negocio.
A continuación, algunas de las ventajas de contar con un intermediario:
1) Permite que tu producto llegue a lugares de difícil acceso. Muchos distribuidores se especializan en áreas geográficas muy específicas. Usando un intermediario, no sólo garantizas que tu mercadería llegue a esa zona, sino que te ahorrarás el costo que significa “entrar” a una zona que no conoces.
2) Contribuye a que los minoristas adquieran tu producto. Los distribuidores les otorgan créditos, lo que facilita la venta. Ellos asumirán los riesgos financieros, tú no.
3) Transportan los productos a los lugares señalados por los compradores.
4) Conservan los productos hasta que son vendidos.
5) Conocen a la competencia y saben cómo se mueve el mercado.
6) Promocionan eficazmente el producto.
7) Sugieren un precio adecuado del producto al conocer a los potenciales compradores.
8) Colaboran con la buena imagen de tu empresa.
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